jueves, 19 de julio de 2012

EL SECRETO DE LA ARBOLEDA





EL SECRETO DE LA ARBOLEDA

Ernesto tiene muy mala suerte, ¡¡tiene que estudiar en verano para aprobar las que le han quedado para septiembre!! Su papá es muy estricto y no hay nada que hacer: ni playa, ni piscina, ni salir con sus amigos (que aun así, están de vacaciones) ni nada, ¡a estudiar!

Pero una tarde, Ernesto decide que ya ha estudiado bastante y decide salir a dar un paseo, total por un ratito no va a pasar nada... Caminando, llega a la arboleda, un bosquecito de su ciudad al que iba con su abuelo cuando era pequeñito y que se conoce de palmo a palmo, porque allí hay unas vías y veían juntos pasar los trenes. Pero para su sorpresa, las vías ahora son vías muertas, y ya no hay nada que ver.

Un poco triste y resignado, da la vuelta y se encuentra con Marijuli, una niña de su clase que le resulta muy repelente, porque lo sabe todo. ¡Marijuli es una empollona y una sabionda! Siempre la primera, siempre la mejor... Y Ernesto, que tiene ganas de hacerle quedar mal, se inventa una historia sobre el hada Rufina, que vive en un arbol de tronco muy gordo en plena arboleda y para hacerle aparecer, hay que llamar a la puertecita. Marijuli se muestra escéptica y Ernesto está disfrutando con la broma: le lleva al arbol y llaman a Rufina, ¡toc toc toc!

Marijuli se enfada al darse cuenta del engaño, y Ernesto se ríe, ¡por fin ha quedado por encima de la niña! Pero su alegría dura poco para dar paso a la sorpresa: del tronco se abre una puertecita y Rufina aparece asomando la cabeza... ¿Quién le ha llamado?

Rufina es un hada buena que vive ayudando a los demás. La única labor que concibe es hacer el bien gratuítamente, y así se lo transmite a los niños. Como una especie de Mary Poppins en miniatura y con varita, Rufina pasa un verano de aventuras con Ernesto y Marijuli en el que siempre se dirige a ellos con mucha ternura, naturalidad y aplomo, sabiendo que trata con niños pero dirigiéndose a ellos con la misma confianza que usaría con adultos. Me parece estimulante que no solo tenga dibujos perfectamente descriptivos, sino que tiene mucho diálogo y perfectamente entonables.

Fernando Lalana crea un cuento que en mi opinión enternece tanto al niño como al adulto, que estimula la imaginación y que transmite al lector valores positivos y muchas, muchas sonrisas.


 


No hay comentarios:

Publicar un comentario